Socialismo Latinoamericano • Izquierda Nacional
Este 16 de abril se cumplen 14 años del fallecimiento del compañero Ernesto C. Ceballos, uno de los fundadores de la Izquierda Nacional en Argentina.
Así lo despedía, en el ya lejano invierno del año 2000, la revista Cauces, dirigida por el recordado compañero Alberto Guerberof:
“Ceballos había nacido en 1928 y desde muy joven se integró a las filas del Partido Socialista, del que saldría a fines de los años ‘40 para sumarse a esa gran corriente de ideas que constituyó la Izquierda Nacional. En ella, fue uno de los seguidores de la tendencia que encabezó Aurelio Narvaja. Como tal, militó al lado de hombres como Hugo Sylvester, Enrique Rivera e Ignacio Cornejo. Con este último colaboró en la edición de la revista ‘Política’, que se alimentaba de los puntos de vista del legendario periódico ‘Frente Obrero’, el primero en dar una interpretación correcta del entonces incomprensible -para la izquierda- fenómeno del Peronismo.
Fue siempre fiel a las tesis iniciales del Grupo Frente Obrero y casi solitariamente desde Córdoba, únicamente en relación discipular con Narvaja —a quien visitaba con regularidad—. No decayó nunca en su interés por las cosas de la Patria Latinoamericana y sus trabajadores. Organizó un efímero Ateneo General San Martín allá por 1970, colaboró con varias revistas políticas, se acercó al Frente de Izquierda Popular (FIP) limando sus asperezas con Jorge Abelardo Ramos en los setenta y escribió gran cantidad de folletos y libros que editaba casi artesanalmente, en una esforzada tarea de militancia intelectual. El FIP le publicó dos de sus libros: ‘Historia política del movimiento obrero argentino’ y ‘Las fuerzas armadas argentinas’.
Vistas con la perspectiva de los años, las diferencias y afinidades que nos alejaban y acercaban periódicamente a la figura de Ernesto Ceballos, se nos aparecen como nimias y como producto de una época signada por cierto sectarismo, ingrediente éste que tanto daño nos ha causado, pero que parece hasta cierto punto históricamente inevitable. Ramos lo comprendió tardíamente al acercarse a Narvaja, y Ceballos al acercarse a Ramos.
Pero lo importante ahora es rescatar de Ceballos su figura de luchador indoblegable, de miembro lúcido de la inteligencia cordobesa socialista nacional, de integrante por derecho y decisión propios del movimiento nacional, al que se mantuvo fiel hasta su último aliento, sin esos decaimientos teóricos que suelen ser el disfraz de las peores capitulaciones. Su firmeza ideológica, constituida en su juventud, lo mantuvo a salvo de ellas. Ernesto Ceballos fue uno de los nuestros, un militante de la causa nacional y popular, y por ello lo recordaremos siempre”.
Sólo restaría agregar a las palabras precedentes que en los duros años 90, cuando el menemismo ocasionó un daño mayúsculo no sólo al movimiento popular en general, sino específicamente al socialismo de la Izquierda Nacional, cooptando a muchos de su cuadros militantes (empezando por el propio Jorge Abelardo Ramos), Ceballos se mantuvo digno y entero, y mantuvo con compañeros de Socialismo Latinoamericano —expresión militante de nuestra corriente durante esa segunda “década infame”— un fraternal intercambio de ideas.
Compañero Ceballos: ¡hasta siempre!